22 de diciembre del 2009.
Por Ramón Peralta
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Ramón Peralta |
Santo Domingo Este, R. D.- Nosotros, en la mayoría de las ocasiones, estamos en desacuerdo con el faraón venezolano Hugo Chávez, por su afán desmedido de protagonismo y su la forma de manipular a los países pequeños de America Latina, que dependen del petróleo para sobrevivir económicamente. Así mismo, entendemos que su carácter conflictivo en nada ayuda a resolver los problemas de Latinoamérica.
Además, la manera abusiva de crear conflicto, para que los hidrocarburos suban a precios astronómicos, sin importarle la consecuencia funesta que esto ocasiona en los países pobres, y hacerlo con el propósito egoísta de tener más recursos para perpetuarse en el poder y tener a los gobiernos vecinos de rodilla ante sus pie y hacer con ellos todo lo que le critica al imperio del norte; sin embargo, su intervención en la cumbre de Copenhague ha sido oportuna, certera y reflexiva, porque ha puesto al mundo a pensar en la consecuencia de la ambición voraz y salvaje de los países mas ricos del planeta, los cuales buscan todas las excusas para no firmar un compromiso serio de reducir sus emisiones de CO2 , ya que para ellos, sus ganancias económica son más importantes que la vida.
En sus primeras declaraciones en Copenhague, el presidente venezolano, dijo en tono irónico “Los países ricos están destruyendo el planeta” y se preguntó si es que piensan irse para otro mundo con su riqueza, lo cual fue ampliamente aplaudido. Así mismo, dijo que si el clima fuera banco ya hubiera sido salvado; uniéndose a la principal consigna de los ambientalistas Daneses.
Con esta postura, le dio sabor a la cumbre y abrió la posibilidad de que pueda terminar de manera exitosa y no como hasta ahora, que ha sido un total fracaso, por la conducta de países poderosos, y muy especialmente de Estados Unidos, que es el país que más contamina al mundo y es el que busca más subterfugios para evitar llegar a acuerdos favorables para la humanidad, porque chocan con sus intereses económicos.
Es tiempo de que los países capitalistas dejen sus justificaciones, para no reducir considerablemente los gases contaminantes que lanzan al espacio sus industrias y se den cuenta de que la vida es más importante que el dinero que ellos dejarían de ganar y que las próximas generaciones no agradecerán esa herencia de muerte y destrucción.
garveyypera@hotmail.com