27 de enero del 2010
Por Ángel Ventura
Rocainformativa.com
Santo Domingo Este, R. D.- El político prudente se caracteriza por no perder nunca la compostura. El ánimo inconmovible revela un ser superior y arguye mucha personalidad y carácter. Las pasiones son como los humores de la mente, cualquier exceso de ellos afecta el buen juicio. Y si ese apasionamiento llega a la lengua, pone en peligro la reputación.
El político prudente tiene que ser dueño de sí. Que ni en lo próspero ni en lo adverso lo vean jamás alterado, al contrario, que lo admiren como un ser que está por encima de las cosas.
El político que verdaderamente desea verse superior, no está sujeto a estado de cambio de ánimo. Ha aprendido una gran lección de prudencia. Quién reflexiona sobre su conducta, conoce su verdadera disposición, prevé reacciones posibles y las neutraliza.
Es más: se va al otro extremo para lograr el justo medio. Conocerse es empezar a corregirse, y es lo que debe hacer un político prudente, conocerse a sí mismo y evitar así causar estragos en su voluntad y afectar también su entendimiento, y por consiguiente, verse como un político inestable y no confiable.
Ni porque esa sea su naturaleza, ni por aparentarlo. Un político inteligente es siempre el mismo, es prudente y no depende de las circunstancias.