Un año después de haber externado nuestra preocupación, sobre los niveles de inseguridad que se viven en nuestro país, nada ha mejorado, por el contrario, cada día el auge de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, avanzan a pasos agigantados, sin que se avizore un rayo de luz que indique que ese terrible mal se pueda detener en algún momento.
Por lo anteriormente indicado, traemos a colación y publicamos nueva vez, nuestro editorial de fecha 30 de septiembre del pasado año 2010, cuyo texto íntegro copiamos a continuación:
Nuestro editorial
Rocainformativa.com
El país atraviesa por una difícil situación, debido el vertiginoso incremento de la delincuencia, la violencia y la criminalidad, que afectan inmisericordemente a la nación, elevando los niveles de inseguridad ciudadana.
Los hombres y mujeres de trabajo, los padres de familias, los estudiantes, los profesionales, los comerciantes y los miembros de los distintos sectores que convergen en nuestra sociedad, piensan mucho antes de salir a las calles, ante el temor de ser atracados o asesinados por delincuentes, que en muchos de los casos, son menores de edad.
A pesar de temer por sus vidas y seguridad- al salir a las calles-, los ciudadanos se ven compelidos a asumir el riesgo, saliendo a las calles – a vida o muerte-, ante la imperiosa necesidad de cumplir con sus compromisos laborales, escolares, comerciales, profesionales y de otras índoles, que les permita llevar el sustento de sus familias.
Son múltiples las causas que inciden en los elevados niveles de violencia, criminalidad e inseguridad ciudadana: a) La descomposición y el quebrantamiento del núcleo familiar, b) Los bajos niveles de escolaridad de muchos jóvenes, c) La falta de educación preventiva, d) La ineficiencia de las autoridades en el combate de la delincuencia, e), La impunidad, f) La falta de oportunidades para acceder a empleos dignos, entre otras causas, no menos importantes.
Se impone el fortalecimiento de la familia, donde los padres asuman con responsabilidad la educación, orientación e instrucción de sus vástagos, para conducirlos por caminos rectos, convirtiéndolos en hombres y mujeres de bien para sus propias familias y para la sociedad dominicana. Es deber y responsabilidad de los padres, velar por sus hijos, saber dónde van, a qué hora, con quiénes comparten, qué hacen, quiénes son sus amigos y a qué se dedican sus amigos. Bajo ninguna circunstancia se justifica, que un menor o una menor de edad, deambule a altas horas de la noche de discoteca en discoteca, de colmadón en colmadón o de cabaña en cabaña, fumando, consumiendo alcohol y quién sabe qué otra cosa, mientras sus irresponsables padres duermen plácidamente, al tiempo que sus hijos pueden estar incurriendo en el vicio, la delincuencia y la criminalidad, o simplemente pueden convertirse en víctimas de dichos males, para luego llevarse la desgarrante sorpresa de que sus hijos no eran los angelitos que ellos creían.
De otro lado, las autoridades responsables de enfrentar esos flagelos, resultan ineficientes en el combate de la delincuencia y la criminalidad y ni hablar de encaminar eficientes políticas de educación preventiva, que permitan reducir la cantidad de jóvenes que incursionan en la delincuencia.
Mientras, la justicia resulta excesivamente benévola con los delincuentes, sin importar el crimen o el delito en que incurran, por lo que no extraña a la ciudadanía que individuos que asesinan cruelmente a indefensos e inocentes ciudadanos, a los pocos días deambulen libremente por las calles, cometiendo nuevos crímenes y delitos, ante la mirada indiferente de la justicia, que les pone en libertad, ya sea por la ineptitud de la Policía Nacional y la DNCD para perseguir a los infractores, ya sea por la ineptitud del Ministerio Público para recabar las pruebas necesarias que permitan condenas ejemplarizadoras, ya sea, por la ineptitud de jueces que aplican la ley con manos de seda.
La sociedad dominicana requiere, con urgencia, que los organismos encargados de combatir la criminalidad y la delincuencia: Policía Nacional, Dirección Nacional de Control de Drogas, Procuraduría General de la República y la Suprema Corte de Justicia, trabajen de manera mancomunada y unificada, a los fines de prevenir y combatir la delincuencia y la criminalidad, garantizando la seguridad ciudadana.
Santo Domingo, Rep. Dom.