Los talentos, las virtudes y los méritos políticos acumulados, han sido despreciados, por aquellos que tienen el poder y la autoridad, para seleccionar a sus representantes.
Basta un poco de plata corruptora, para que las grandes mayorías de los dirigentes políticos, den la patada del perro, a los méritos acumulados de hombres y mujeres nobles, que sólo desean servir a sus partidos y servir a su pueblo.
El caso más patético, es el de los pasados procesos internos de los distintos partidos. Muchos dirigentes, conservaban la fe en sus partidos, hasta que fueron aplastados por el poder corruptor del dinero, descaradamente utilizado por sus propios compañeros.
“Mi pueblo ya no es mi pueblo, mi pueblo es un pueblo cualquiera”, dice el poeta. Otros dirían, “Mi partido ya no es mi partido, mi partido es un partido cualquiera”.
Las aspiraciones congresuales y municipales, se desbordaron. Surgieron miles de precandidatos, gente sin ningún aval político, creyendo que podía ser la más votada, creencia que sólo existía en sus cerebros.
Fue triste y doloroso, ver a muchos aspirantes a regidores, por ejemplo, gastar hasta un millón de pesos, el día de las elecciones, para obtener doscientos y tantos votos.
Es un secreto a voces-no confirmado-, que hay candidatos a diputados, que gastaron 15 millones de pesos, para asegurarse su postulación o repostulación.
Los candidatos a regidores que gastaron grandes sumas de dinero, para obtener su postulación o repostulación, si lograron ser electos o reelectos candidatos a regidores, ya no tienen problemas. Para ser electos o reelectos regidores, les basta haber quedado en una posición ganable, ya que los regidores son arrastrados por el síndico. Los candidatos a regidores, que quedaron en los primeros lugares, no tienen que gastar ni un solo centavo más, ni siquiera tienen que hacer campaña, ¡es más!, si alguno lo desea, puede irse a vivir para Europa, desde ahora, o para cualquier otro país y regresar a juramentarse como regidor, el 16 de agosto del 2010, siempre y cuando se trate de un peledeísta o de un perredeísta, o si es de otro partido, postulado en un lugar privilegiado, por una de las principales fuerzas políticas.
Por desgracia para los candidatos a diputados, no sucede lo mismo con ellos. Estos tendrá que guayar duro la yuca, si desean ser electos o reelectos como diputados. Tendrán que trabajar día y noche, sin descanso y sin tregua, para buscarse el voto preferencial, que garantice su elección o reelección.
Contrario a lo que sucede con los candidatos a regidores-que son arrastrados por el síndico-, en el caso de los diputados, son estos los que arrastran al senador o senadora. Cada voto que obtiene un diputado de un partido determinado, es automáticamente computado a favor de el (la) senador (a), de ese partido.
Pero no sólo tendrán que trabajar duro, los candidatos a diputados, sino que tendrán que duplicar y hasta triplicar los gastos en los que incurrieron para agenciarse sus candidaturas, si desean ser favorecidos con el voto mayoritario.
El proceso electoral que se avecina, no es interno partidista, es un proceso hacia fuera, donde participarán con el poder del voto, todos los ciudadanos hábiles para ejercer el sufragio, haciendo uso de sus derechos constitucionales. Es mayor el electorado al que los candidatos deben llegar, son más los votos que hay que conquistar o comprar, consecuencialmente, son mayores los recursos de los que hay que disponer.
Si un candidato gastó cinco, diez o quince millones de pesos, para obtener su postulación o repostulación, debe prepararse para gastar el doble o el triple, para obtener su elección o reelección.
Los candidatos de los distintos partidos, deberán concentrar sus esfuerzos en conquistar los votos externos, ya que nadie gana sólo con los votos de su partido. Los votos de los electores externos, pueden resultar menos costosos, porque los votos de los dirigentes partidarios, son muy costosos, por haberse corrompido en sus grandes mayorías. Tanto es así, que muchos dirigentes políticos, no sólo venden sus votos, también venden los votos de aquellos que en ellos confían. En muchos de los casos, venden sus votos y los ajenos, a todos los candidatos.