También tuve la oportunidad de ver en varias ocasiones que coincidía en Cuba con el inicio del año escolar cubano, donde en el palacio de convenciones convocaba a todos los directores de escuelas y a los funcionarios educativos para revisar una a una la planificación del año, y con una dulzura y con confianza llamaba a los directores por sus nombres, les preguntaba detalles de sus escuelas, si estaba resuelto el problema del desayuno escolar, de los laboratorios, los problemas de espacios, y así oía a cada quien exponer sus problemas y sus necesidades, para que el año escolar arrancara.
Fidel nos enseñó mucho y todo el que se siente revolucionario y le duele su patria, debe estudiarlo, debe leerlo, en él tú encuentras todas las fuerzas. Por eso, cuando me enteré de su partida, no me puse triste, pues la tristeza no puede vincularse a un hombre como él. La última vez que vi por la televisión al Comandante, fue en la clausura del último congreso del Partido Cubano, donde habló y una vez más, a pesar de sus 90 años, fue profundo. Hablaba del problema alimentario que va a tener el mundo. Decía que si no se ponía atención, se hablaría de la generación como hablamos hoy de los dinosaurios. ¡Cuánta profundidad! ¡Cuánta razón! ¡Cuánta fuerza en los planteamientos y las ideas de Ud. Comandante!
Mi respeto eterno. Patria o muerte, venceremos!!!