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Políticos o empresarios: de Peynado y MV a Luis Alberto

Domingo, 08 Marzo 2015 17:14 Escrito por  Publicado en Opiniones
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Doy por hecho que Luis Alberto tiene bien claro que el que se dedica a la política no puede ser empresario. Un empresario trabaja para el lucro personal y de su familia, un político debe trabajar para el bien colectivo.

Un  viejo proverbio árabe dice: “El que no sabe, y no sabe que no sabe, es un idiota: rehúyele.

El que no sabe, y sabe que no sabe, es un estudiante: enséñale. El que sabe, y no sabe que sabe, está dormido: despiértale. El que sabe, y sabe que sabe, es profesor: aprende de él.”

Sigo creyendo que mi compañero Luis Alberto, sabe que en la democracia representativa, el gobierno se ejerce por delegación del poder soberano del pueblo y que los que  asuman esa responsabilidad deben entonces trabajar la comunidad, no para su beneficio personal.

Esta es la regla de oro del sistema democrático; el ejercicio del poder por representación para el bien común.

Los empresarios son parte del sistema capitalista y su actividad principal se centra en la adquisición de beneficios a partir de la gestión de sus empresas y negocios.

Por definición y objetivos, la actividad política y empresarial corren en líneas paralelas hasta el infinito, ya que a mi juicio, son incompatibles.

No es posible hacer coincidir los intereses individuales del empresario, con el interés del bien común del político, sin que haya primero un renunciamiento a la condición de cada uno de ellos.

La misma formación académica de las dos profesiones establecen una diferencia abismal; la política pertenece al campo de las ciencias sociales y la administración pertenece a las ciencias empresariales.

Jacinto Peynado, quien fuera un importante dirigente reformista, no tuvo éxito en su propósito de llegar a la presidencia, y de heredar el liderazgo de Balaguer, porque no pudo delimitar las fronteras de la política y los negocios. El Dr. Balaguer, con juramento y todo frente a la basílica de Higuey, ni siquiera se dignó a ir a votar por él en la primera vuelta electora del año 1996.

Miguel Vargas, como otros muchos empresarios dominicanos, no ha entendido que dedicarse a la política partidista implica alejarse de sus actividades empresariales, ya que la línea que separa los intereses personales de los colectivos es tan delgada que fácilmente se confunden ambos espacios y por eso se vio envuelto en los escándalos de aquel famoso préstamo que tomó en el BR, por 15 millones de dólares, con la garantía hipotecaria de los solares donde hoy está Plaza Sambil.

Luis Alberto Tejeda, debe entender desde ahora y para siempre que el que se dedica a la política no puede ser empresario. Un empresario trabaja para el lucro personal y de su familia, un político debe trabajar para el bien colectivo.

Santo Domingo Este, R. Dom.

Modificado por última vez el Domingo, 08 Marzo 2015 17:29